Quantcast
Channel: Voces - LaTercera.com »Álvaro Vargas Llosa
Viewing all articles
Browse latest Browse all 44

La Dama en su gloria

$
0
0

El triunfo aplastante de Aung San Suu Kyi, la líder birmana que se convirtió en icono mundial de la resistencia contra una dictadura, en los comicios en Myanmar es un acontecimiento que debe aliviar el padecimiento de todos los que, en alguna parte, padecen un régimen autoritario.

La Dama -como se la conoce- ha obtenido un triunfo de tal naturaleza que gozará de una mayoría suficiente para gobernar a pesar de que la cuarta parte del Parlamento está en manos militares. No será Presidenta porque un disposición de la dictadura birmana impide a serlo a quien tenga parientes extranjeros: ella tiene dos hijos ingleses fruto de su matrimonio con un académico británico que murió de cáncer en Reino Unido sin que pudiera viajar a verlo porque eso hubiera supuesto no poder regresar a su país. Pero será la Presidenta de facto detrás del gobierno de su partido, la Liga Nacional para la Democracia, que, a menos que un golpe militar frustre la transición, deberá asumir el poder.

La transición empezó en 2011 cuando la junta militar, último eslabón de una cadena dictatorial que se remonta a los años 60, cedió el lugar a un gobierno civil en manos de Thein Sein. Sin embargo, cuatro años después no hay una democracia y ni siquiera ahora que se ha permitido a Suu Kyi la victoria (ha sido felicitada por el gobierno) puede hablarse de instituciones de Derecho. Además del 25% de los escaños que están en manos militares, los cuarteles tienen garantizados varios ministerios y un comité con poderes para desautorizar cualquier medida del Parlamento.

Pero el hecho de que la LND haya obtenido entre 10 y 14 veces los votos logrados por el oficialismo supone una deslegitimación demasiado grande del régimen imperante como para que las cosas continúen “atadas” indefinidamente.

En 1990, Suu Kyi, hija del héroe de la independencia birmana, ganó abrumadoramente unos comicios que los militares anularon (lo que le valió a ella un año después el Nobel de la Paz). Esta vez no los han anulado: el propio Thein Sein autorizó al portavoz a aceptar el triunfo de Suu Kyi. Ella, como para dejar en claro quién debe mandar, ha invitado a los distintos líderes del régimen, incluido el jefe de las Fuerzas Armadas, Min Aung Hlaing, a hablar sobre la “reconciliación” y el traspaso de poderes.

Empezará ahora un forcejeo para ver hasta qué punto los militares le permiten llevar al país hacia una democracia digna de ese nombre. Suu Kyi ha dicho muchas veces que el mundo se precipitó al hablar de “transición” en Birmania en años recientes y criticó a Washington por retirar las sanciones apenas un año después de iniciados los cambios. Unos tímidos cambios que ni siquiera permiten hoy que Suu Kyi pueda formalmente ocupar la Presidencia.

La clave será la reforma constitucional destinada a reducir el peso de los militares en las instituciones y su veto sobre el Parlamento. La Dama entiende bien que el mandato que le ha conferido el pueblo es inequívoco, pero es igualmente consciente -de allí la prudencia que ha combinado con la audacia en estos años- de la necesidad de medir sus pasos para no provocar que todo se venga abajo y Birmania vuelva a los años en que ella languidecía en la cárcel o estaba confinada en arresto domiciliario. En su hora de gloria, el “caso” de Suu Kyi reivindica a las víctimas de la dictadura en cualquier parte.


Viewing all articles
Browse latest Browse all 44

Trending Articles